miércoles, 23 de junio de 2021

Calvarios de Hiel

 


          Después de programar mi mente por las noches para obtener un mágico amanecer, me levanto muy temprano por las mañanas como un veloz cometa cargado de energía, más una voluntad agregada. Apenas veo la claridad del día en la calle empiezo a ver las veredas en los calvarios de la más amarga hiel por donde debo avanzar al igual que la gran mayoría de los venezolanos de acuerdo a nuestra cotidianidad y que por fortuna y bendición somos  los de verdad, los que sentimos y padecemos de todas las más crueles inclemencias, angustias y dolor, en la cual los pasos nos quedan perdidos como si nuestras pisadas fuesen sobre panelas del sucio hielo, esto nos  envuelve en ese deprimente caos en el que convivimos y resistimos pero al enfrentar estas situaciones parecen casi interminables e invencibles, les aseguro que vivimos momentos trágicos de necesidad, arrodillados ante la mengua, la miseria y ante una imponente desgracia o desdicha, a cada rato me reclamo dónde están esas riquezas de las que somos dueños porque casi no nos llegan, se adueña de nuestras mentes y almas  el recurrente éxito de la frustración, dando como resultados algunas enfermedades y otras patologías, no contamos ni con los recursos para un viaje recreativo ni para cualquier otra actividad de esparcimiento, porque aunque estemos jodidos siempre hay que buscar la manera de estar contentos, pues no se cuenta ni con eso, tal vez sea o desgraciadamente nos merezcamos esto.

            Por eso escribo este texto construyendo palabras que salen expulsadas de mi conciencia por imágenes capturadas por el reflejo de mi vista en las cosas que a diario veo, con la vibración de mi pluma procedente de una apreciación  que me llega del alma, como un simple y vulgar sufriente, olvidado y excluido. Es una situación casi imposible de narrar por la diversidad de desgracias que pululan por doquier y bajo su libre albedrío, en una Venezuela con tanta riqueza pero que se abunda de una infinidad de gente pobre y adelgazada en que la piel se convirtió en un pedazo de cuero lívido que envuelve 206 huesos de un esqueleto descalcificado indicando que nos rendimos y decidimos  “dejar de vivir”, ¿y con qué ganas y fuerzas se va a querer vivir? será con la de mendigos o moribundos. En estos escenarios ni la sal ya sala el caldo de los pobres. Aquí solo hay un ambiente en la cual enloquecen nuestras vidas miserables sobre el techo y paredes de los abundantes escenarios de la escasez de alimentos, medicamentos, insumos, falta de repuestos y otros artículos de primera necesidad, la falta de producción nos envía al mercado negro de la especulación, nos acorrala la inseguridad, la impunidad, la corrupción, la censura, el miedo, los sobornos, la hiperinflación, los pagos de comisión en las instituciones para poder acceder a nuestros derechos o beneficios, la ausencia de nuestros servicios básicos esenciales para la vida y los pocos que llegan es con racionamiento, pues casi todo el tiempo no tenemos derecho ni al agua, la falla de la energía eléctrica que a la vez daña nuestros equipos eléctricos con sus apagones y de paso no se consiguen muy fácil sus repuestos, la falla de la tecnología la cual no nos permite hacer una compra adecuada en un punto de venta o hacer una transferencia, largas colas para todo, hasta para censarse ante cualquier  beneficio y otros censos discriminatorios, cuando vamos a algunas instituciones  nos reciben con esas caras de ogros diciéndonos: “no hay sistema” venga la otra semana y así sucesivamente nos pelotean por meses, la diáspora de nuestra familia, amigos o semejantes en busca de un mejor destino, ya ni en un transporte digno nos montamos pues los más comunes son la “ruta cola” la “ruta de los chivos” y si no la más segura y lenta la “ruta 2”  haciendo ver procesiones a orillas de calles y carreteras, los frecuentes cierres de vías manifestando y exigiendo algunos servicios indispensables y violando el derecho al libre transitar de otros, la discriminación por pensar distinto, la compra del efectivo para poder movernos a porcentajes descabellados no escapa de nuestras manos, pues la necesidad tiene cara de perro, además el desempleo, el martillo parejo de los organismos de seguridad, la madre que se desconsuela por no tener el modo de darle la leche a sus hijos y otras que no tiene ni el desayuno, los útiles escolares, los zapaticos y el pasaje  para enviar sus hijos al colegio, los que tienen varios niños lo poco que consiguen solo queda alojado en los huecos de esas muelitas cariadas, la desnutrición de nuestros niños y abuelos, nuestros hermanos saciando el hambre en montañas de basura en compañía de las sucias y epidémicas moscas como a diario los veo, la indigencia por las calles con libertad de edades, la pesadilla de nuestros campesinos de no poder llevar los alimentos a nuestras mesas por las carencias de recursos e insumos agrícolas más el matraqueo que éstos sufren por las vías cuando los trasladan  a sus destinos, difuntos que los llevan en escaparates al cementerio como si a descansar en paz tampoco se tiene el derecho. La situación de la salud no proporciona ni una inyectadora en los hospitales o ambulatorios, se encuentran dañados los equipos, presencia de mal olor, contaminación por bacterias y gérmenes, los pacientes se trasladan en el asiento trasero de un taxi acostaditos porque ni una ambulancia nos merecemos, para nuestras enfermedades no conseguimos los remedios y padecer una enfermedad detrás de las puertas de una emergencia es un estado de terror y pánico, de verdad no lo recomiendo, pues ya que he visto y vivido muy de cerca este tipo de inclementes sufrimientos. Ya nada bonito atrae nuestra vista pues las calles y vialidad están inundadas de basura, huecos, charcos, pudrición y contaminación afectando el ambiente, donde también le sumaria la invasión de tanta propaganda política en las paredes y otros ambientes, entre tantas cosas. Nadie aplica la caridad, el cobijo y hospitalidad sólo nos miramos con ojos de vidrios partidos, pues nos encontramos buscando aplicar el arte de la sobrevivencia a través de cualquier creación, convirtiéndonos en transportadores de hostilidad, irritabilidad, mal humor, mal carácter y odio, nuestras necesidades sobrepasan la dignidad como individuos por consecuencias decadentes en una patria desvalida, en la cual hasta el más ciego de los ciegos lleva los ojos llenos de suspenso lagrimeando gotas de dolor y tristeza en sus imposibles miradas. Estos flagelos que trazan mi tierra se resumen “en una carencia mísera para acceder a nuestros servicios esenciales para el sustento de las necesidades diarias de nuestras vidas, en la que, en cada amanecer nos alumbra la perdida y el desmejoramiento de nuestra existencia”.

            De verdad en Venezuela no se nos puede ir la vida resolviendo  en carne viva tantos problemas día a día. No es justo, es nuestro deber y derecho vivirla a plenitud como seres humanos pues vinimos a ser felices, estábamos acostumbrados a la libertad y un pequeño manifiesto de felicidad suena sospechoso, la sobrevivencia es entre batallas cotidianas en la cual el tiempo no se detiene en los relojes sino en el mismo tiempo. Lo  increíble de esta vivencia de conmoción y llanto es que más tarde será la historia y la sociología que leerán y estudiaran nuestras futuras generaciones en referencia a estas dolorosas torturas convertidas en calvarios de hiel que no se parecen a otra  palabra que no sea la del “sufrimiento” y que Dios nos conceda pronto una bendición envuelta trayendo consigo una salida y que mientras tanto nos mantenga unidos y en familia, pues entre todos nos ayudaremos, mientras tanto, tú, como yo, en medio de tanta desgracia e impotencia sigamos luchando y haciendo lo mejor para que volvamos a nacer, crecer, estudiar, trabajar y ser felices en una nueva Venezuela.

Por Willian G.M

Del libro: “Crónicas bajo el sol de la medianoche”.

 

  

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