miércoles, 23 de junio de 2021

Hospitales de Venezuela… la última travesía:

 

Quiero expresar mi respeto, admiración, consideración y a la vez rendir honor a los médicos y la enfermería de mi Patria, por su vocación, sus talentos prodigiosos y esas manos a la obra para ayudar en unos centros hospitalarios en los cuales no hay insumos, medicamentos, recursos, equipos operativos, ni ambulancias y otra infinidad de carencias, en la que se dirigen políticas de la ineficiencia procedentes de gobernantes convertidos en verdaderos ceros sociales,  inútiles de un estado, que transforman estos lugares en dolor, abandono y desesperación, además entre estas paredes y techos reposa el lecho de las aflicciones en el desuello de la vida, con instalaciones repugnantes sinónimo de lo hediondo, con los olores a la mierda del diablo, allí reinan las míseras bacterias y gérmenes repartiendo a sus mártires la muerte, quienes caen en estas camas son víctimas de las escoriaciones de su alma en la intimidad de una agonía corta o larga según sea la desgracia de su suerte, simplemente yacen como sombras envueltas en penumbras, tanto el paciente como su acompañante difunden una apariencia lívida característica de verdaderos zombis, el familiar va dejando sus  huellas entre farmacias, laboratorios y la mengua.

            En éstos hospitales las esperas vegetan entre la suerte y la desdicha que los degeneran, visitar estos sitios es algo que no soporto pues vivo poseído por sentimientos sensibles y me llevo una simple impresión de un infierno en medio de lo desconocido; ante mi impotencia dejo mis miradas torturadas y retorcidas por la crueldad, quizás, tal vez la cura más segura que allí se encuentre son políticas trasnochadas y fracasadas en materia de salud, al no servir se convierten en genocidas asaltando los pacientes y enrumbándolos a pronósticos lapidarios y trágicos en la pesadilla de nuestros peores momentos. Creo que estos centros de salud son algo fútil para quienes nos gobiernan, favoreciendo a los gestores de las funerarias y laboratorios buscando su mercancía  extendida en camillas y camas, los héroes que de allí logran egresar reflejan cicatrices bajo la apatía de sus débiles miradas por vencer sus enfermedades en esos túneles de las más oscuras tinieblas, sus mentes quedan agrietadas por los ecos del terror en aquellas paredes del hábitat de la muerte.

            Ahora transcribo una historia que una paisana me relató en referencia a una situación que los  condujo a enfrentarse con múltiples dificultades, unas con mayor intensidad que  otras y que siempre dejan huellas causando mucho dolor, pues vivimos en una sociedad en la que se supone que deberíamos tener la seguridad a la hora de enfrentarnos como ciudadanos a un problema y al acudir a cualquier institución, no obtenemos la tan anhelada solución para lo que nos aqueja, hoy en Venezuela no podemos ni siquiera imaginar que las cosas se solucionan tan fácil, y acá comienza su historia:  me hizo su relato con mucho respeto referente a su familiar que hoy ya no está con ellos por situaciones que se agravan y que nos hace sentir atrapados en nuestro país, la salud es una de las más importantes que cuando nos afecta o afecta a algún ser querido nos lleva a sentir miedo, impotencia y desconfianza. Quien me comenta esta travesía además trabajó durante 30 años en el sector salud, 21 de los cuales se desempeñó  en uno de los mejores hospitales del país, el HULA de Mérida, Venezuela, hospital donde se han formado excelentes profesionales, que hoy día andan dispersos por diferentes lugares del mundo, pudo decirme con propiedad que lo que hoy se vive en Venezuela nunca antes se vivió y lo que enfrentaron cuando su querido padre enfermó  fue una realidad fuerte y triste, finales de enero del 2018, su padre comenzó con un intenso dolor de cabeza, lo llevaron al centro asistencial de su pueblo donde es valorado por el médico de guardia quien decidió referirlo a una institución hospitalaria de la ciudad para realizarle estudios, exámenes y valoración por especialistas, esperando que sería la mejor opción, fue ingresado a dicha institución, atendido por el poco personal de salud que quedaba en esas áreas, sumado a esto ellos trabajan sin contar con insumos, por la gravedad del caso ameritó intubación, exámenes, tratamientos, estudios, todo absolutamente fue sufragado por los familiares, los estudios tenían que ser realizados fuera del hospital al igual que los exámenes de laboratorio, el área de emergencia estaba colapsada, falta de camas, camillas, sillas de ruedas, no había lencería, insumos de limpieza, entre tantas fallas que existen y que son prioridad para salvar vidas.


            Cuando pasamos por esto con un familiar todo pasa tan rápido, en el momento de tratar de salvar la vida a tu paciente los médicos y el equipo de salud hacen lo mejor que pueden, con los escasos recursos y posibilidades que tienen a su alcance, al transcurrir las horas vas observando con terror, con la mirada incrédula y atónita lo que alrededor se va desarrollando, el médico te da un récipe con el tratamiento que amerita el paciente y un sin fin de opciones de nombres de medicamentos por si logras encontrar alguno, también va acompañado por órdenes de diferentes exámenes y estudios, si tienes posibilidades económicas, vehículo y corres con la suerte de encontrar gasolina, podrás recorrer farmacias e instituciones privadas para adquirir medicamentos y realizar los exámenes y estudios, pero esto no funciona porque aunque cuentes con los recursos, te puedes encontrar en un laberinto sin salida, ya que la realidad es que no hay el medicamento, ni los reactivos esenciales para salvar la vida de tu familiar. Mientras luchas contra la inflación y la escasez de medicamentos tu familiar se deteriora cada vez más, en un área de hacinamiento y contaminación, con sus años de servicio y experiencia en el área de la salud recordó que trabajaba en ese mismo hospital donde su padre luchó por vivir en compañía de más de 20 pacientes con diferentes patologías compartiendo la misma aérea, las cuales carecen de higiene y salubridad, ante esa situación tuvieron que llevar la mopa de limpiar el piso, el detergente y desinfectante (insumos de limpieza que no son los apropiados para la limpiar y esterilizar áreas tan delicada como estas). Su familiar al igual que la mayoría de pacientes, ameritaban ser aspirados se contaba con un solo aspirador, con el cual se atendían a todos los pacientes, portadores de diferentes patologías, e infecciones, dicho aspirador solo le cambian la sonda de aspirar para cada paciente, pero las conexiones y el envase donde caen las secreciones es el mismo para todos los mártires, sumado a esto, quienes deben lavar estos equipos no cuentan con productos que garanticen la esterilización y eliminación de bacterias, ni siquiera tienen guantes, son los familiares quienes llevan todos los insumos, debido a estas insuficiencias cuando un paciente es intubado en ese mismo momento se contamina, en esa área solo contaban con dos laringoscopios para la gran cantidad de usuarios y sin poder esterilizarlos.

            Su familiar logró superar la patología por la cual fue ingresado, pero sin imaginar que apenas comenzaba “la última travesía”, su cuadro respiratorio empeoró, producto de una infección intra hospitalaria (adquirida dentro del hospital, ya que la contaminación es desorbitante), los médicos comenzaron a indicarle antibiótico, pero no lograba controlar la infección, los cultivos salían patológicos, los médicos decían en Venezuela no existe el medicamento que pueda ayudar a su familiar, luego los mismos pidieron autorización  para realizarle una traqueotomía, comprando todo lo que se necesitaba para dicho procedimiento, el cuadro no era nada alentador, mientras todo esto sucedía podían sentir  que de esta área el paciente, que ingresaba difícilmente salía con vida, solo veían pasar sabanas cubriendo los cuerpos sin alma con destino a la morgue, los familiares  lloraban las irremediables perdidas, con el dolor de saber que esas muertes eran adelantadas por la falta de insumos y la contaminación.

            Así transcurrieron varios días, hacían turnos para cuidar a su familiar, debían ayudar en lo mínimo para brindarle una atención de calidad, el recinto no contaba con suficiente personal para atender al paciente, un equipo de su familia se encargaba de buscar cualquier medicamento o llevar muestras a los laboratorios privados y otro equipo de preparar los alimentos para el paciente, para quienes permanecían en el hospital, como también llevar  todo lo relacionado con lencería.

            No sólo vivieron la situación de su familiar, también vivieron el dolor de quienes compartían las mismas áreas hospitalarias, el sufrimiento, la desesperación y la impotencia de no encontrar lo básico para lograr la mejoría de los pacientes, todo eso ocurrió no por culpa del personal sino por las limitaciones que allí se viven. Sumado a lo anterior la dieta que requería el paciente debería ser balanceada, que cuente con todos los requerimientos necesarios en nutrientes, pues las bandejas lucían una naranja y una porción de arroz blanco.

            Se llenarían las páginas extensas de muchos libros para tratar de plasmar la  travesía diaria en un hospital venezolano donde se supone se debe encontrar el alivio, la mejoría y el bienestar y hoy sucede todo lo contrario, allí se encuentra la muerte prematura, se tropiezan las herramientas que agravan el cuadro clínico del paciente y se le suman otras infecciones y complicaciones producto de la carencia, deterioro y crisis que envuelven a estos recintos de sanación.

            Luego de intentos fallidos por salvar a su familiar se tomó la decisión de llevarlo a una clínica, recuerdan que el especialista de guardia  se hizo la señal de la cruz y les dijo: su familiar está contaminado, ojala y se salve, por lo menos en la clínica le brindaran calidad para sobrellevar la enfermedad. Fue ingresado por varios días, no se veía mejoría, hubo que tomar otra decisión de trasladarlo a su casa de residencia, regresó plenamente contaminado, pues  lo único que consiguió gratis en el hospital fue las bacterias que lo mataron, lo demás lo compraron y bien caro producto de un sistema político cuyas preocupaciones y prioridades son totalmente antagónicas a las realidades que les correspondió enfrentar.

            Hoy todos los venezolanos tenemos una historia de tristeza que contar, tal vez con mayor o menor dolor que esta, mientras el gobierno se jacta de los avances de la revolución que nada tienen que ver con el desarrollo de un país.

Por Willian G.M

Del libro: “Crónicas bajo el sol de la medianoche”.

 

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