El Anormal:
Desde hace algún tiempo me encuentro
obedeciendo a ciertas y
permanentes preocupaciones de preguntas por el verdadero sentido común de la
vida y de las cosas en la que no he tenido respuestas mientras dibujo las
desdichas de la anormalidad, por el pesar de mis circunstancias y adversidades
de la vida frente a la actitud de una sociedad compleja entre cosas y laberintos
que yo solo jamás podría arreglar. En aquella generación de oro por la
cual otra idéntica jamás vendrá, recuerdo que se podía hacer y sentir respeto
por los padres, profesores, vecinos, a todo un entorno y sobre todo amor y
respeto al prójimo, en aquel mágico alrededor de la convivencia originaria del
comienzo de una vida.
Actualmente vivimos en estados de nerviosismo,
pasiones exaltadas en nuestros ánimos, con instintos y naturaleza de maldad
hacia nuestros semejantes. Los verdaderos valores han dejado de ser parte de
nuestro aprendizaje para el conocimiento que moldea nuestras vidas, la moral,
la ética y la dignidad se han vuelto canjeables, compramos nuestros deberes y
derechos, además los buenos modales los cambiamos por malas costumbres que en
su mayoría son importadas desde otras sociedades, vivimos envueltos en escenarios en los cuales el verdadero sentido
común es extinto por el consumismo y la ansiedad de querer tenerlo todo
mientras despreciamos al mismo ser humano, sin darnos cuenta vamos caminando en
una sociedad sumisa como borregos secuestrados por la inconciencia e
involucionamos en todos los sentidos que no nos dejan vivir la calidad de una
vida plena por la simple decadencia de la actual civilización y la falta de
utopía en búsqueda de la libertad para las alas de la vida, nadie utiliza la
inteligencia de su talento y la reemplaza por la facilidad de lo artificial, en
otros casos dejamos de hacer cosas hermosas por falta de tiempo y hasta nos
importa más las cosas materiales que el
dialogo, las culpas las transferimos y no las asumimos, actuamos como unas
verdaderas marionetas envueltas en nuestros trapos, queriendo vivir en la cima
de la montaña sin querer escalarla, todo esto ocurre mientras no expresemos
respeto verdadero a Dios.
No hay mejor manera que ver el mundo con un
verdadero estado de conciencia que nos permita querer lo mejor para la familia,
amigos y el entorno pues es allí donde el cambio comienza. Miremos
hacia abajo solo en el momento de dar las manos a nuestros semejantes en
el instante de levantarlos de sus caídas.
No dejemos de compartir con quienes queremos y de proteger a quienes nos
necesitan, mientras tengamos vida debemos dar lo mejor para brindar una
sonrisa, un gesto amable y una palabra de aliento. Tal vez moriré esperando
tiempos mejores, mientras tanto lo seguiré intentando, y aunque el mundo asuma de manera normal, cotidiana y
rutinaria las complejidades de un tiempo perverso, yo simplemente seguiré
siendo desde mi identidad “un anormal”.
“El sentido común no es nada común”.
Voltaire
Por Willian G.M
Del libro: “Crónicas bajo el sol de la medianoche”.
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